Se jugaban 38 minutos del partido entre Libertad y Atlético
Tucumán por la última fecha del grupo 3 de la Copa Libertadores. Encuentro
igualado en cero. De repente, una salida en falso afuera del área de Alejandro Sánchez
obliga al arquero a cometer una falta de último recurso y dejar a su equipo con
10 hombres.
El panorama parecía complicarse. El “Decano” afrontaba el compromiso
más importante de su historia sin su arquero titular, Cristian Lucchetti, y sin
su reemplazante, Augusto Batalla, ambos lesionados. Para colmo el “Oso” veía la
roja y el juvenil Franco Pizzicanella debía calzarse los guantes e ingresar en
lugar de su colega para aguantar 50 minutos que serían eternos e inolvidables
para él.
Ni bien Wilton Sampaio expulsó a Sánchez llegó el “calentá”
desde el banco, luego se le acercó el Laucha y le dijo: “tranquilo, disfrutá el
partido, demostrá lo bueno que venís haciendo”. Mientras su papá, su novia y su
hija palpitaban su ingreso en la tribuna del Nicolás Leoz. En Tucumán, por otro
lado, la familia sufría. Se venía el cambio y “Pizzi” debutaba, nada menos que
en el partido que quedará marcado para siempre en el corazón de los hinchas
albicelestes.
Rápidamente entró corriendo y se tuvo que hacer responsable
de armar la barrera para evitar que el experimentado Oscar Cardozo convirtiera el gol mediante el tiro libre que había quedado en suspenso. “Lo único
quería que la tire afuera, por suerte pegó en el palo y se fue, luego el equipo
se acomodó y no nos hicieron mucho daño”, asegura Pizzicanella sobre esa
primera pelota de la que le tocó ser protagonista.
Luego pasaron los minutos, llegó el entretiempo y el momento
para respirar profundo. Se venía el decisivo segundo tiempo y el “Pibe” no se
achicaba: “a medida que iba agarrando la pelota iba ganando confianza y
manejando los tiempos y por suerte salió todo bien”.
Sin caer todavía en lo que ha conseguido el grupo, no oculta
su felicidad y admite que con el tiempo recién quizá dimensione lo que le ha
tocado vivir, pero no se conforma y anticipa que Atlético “no le tiene miedo a ningún
equipo”, a pesar de que en el cuadro haya hasta ahora 13 campeones de América
clasificados entre los 16 mejores de la Copa.
“Este grupo de jugadores tiene unos huevos y un coraje
terrible y por eso logramos lo que logramos. El partido en Bolivia fue el envión
que nos permitió lograr el objetivo. Creo que cuando estábamos 11 contra 11 fue
un partido parejo, luego con un hombre menos nos metimos atrás. Ellos jugaron mucho
por afuera pero nosotros estuvimos sólidos en defensa”, analiza sin titubear.
Tras el pitazo final del árbitro brasilero llegó el momento
de abrazarse con sus compañeros. Luego, en el vestuario recibió el afecto de
sus seres queridos que lo acompañaron a Paraguay y de todos lo que le “hicieron
el aguante” desde el “Jardín de la República” a través de WhatsApp y de las redes sociales. Ahora llegó el momento de
relajarse, disfrutar de la familia con asado de por medio y pensar en lo que
viene. Sabe que pelear el puesto con Lucchetti, Batalla y Sánchez no será
fácil, pero Pizzicanella ya demostró que está a la altura de las exigencias y,
si de algo puede estar tranquilo el hincha de Atlético, es que el arco está
bien custodiado.